miércoles, 5 de octubre de 2011

Ragnarok


Anteriormente, en los principios del principio
aborrecí la norma,
la causa y la consecuencia.
Frente a la luminosa visión de lo posible
dorada en su halo inmaculado
y filosa con su irrebatible lógica de justicia y armonía,
el mundo real
sus convenciones
y la forma simple y directa de decirlo
me parecían indigna sumisión
o maquiavélico ejercicio del decir.

Fue buena la guerra
en ese entonces:
la larga serie de batallas bien plantadas
y peleadas en buen momento
-niña bruja que estruja la materia
con palabras dadas vuelta,
destripa la potencia del lenguaje
y abre puertas en estaciones que esperan-
pero ahora...

Ahora.
Paciente
calma
sin ansia de probar nada
ni de demostrarme apta
ni de liberarme de yugo alguno
ni de escapar de lo que sea
marcho hacia el Ragnarok
-esa madre de todas las batallas-
tras el sonido cercano y musical de tu risa
y el eco llano firme seguro
de la mía.

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