miércoles, 27 de octubre de 2010

El lugar del rito

Extiende su mano con la palma perpendicular al piso. Gira lentamente,
ella 
el centro del mundo circular y mágico que la rodea.
-lo demás calla lo demás se detiene lo demás espera-

Ella cierra los ojos.
-lo demás duerme-

Ella oye el sonido distante del que ya tantas veces hemos hablado. Y allí lo deja.
-lo demás chilla-

Ella respira y desparrama calor a lo largo de su cuerpo. Así lo invoca y lo despierta.
-lo demás se retrae-

Ella sonríe y siente las corrientes internas de la carne y del afecto; sus párpados tiemblan y sus ojos se abren.
-lo demás se amansa-

(Ni bueno ni malo.
Ni lejos ni cerca.
Ni ausente ni a su lado.)

Aunque de todas las apariencias del universo, en este círculo sagrado todavía persiste la mella que dejó la ausencia.

Ella canta, ella sueña, ella recuerda.
Del dolor hace un manto sereno y compasivo.

-y lo demás fluye como río manso-

lunes, 25 de octubre de 2010

Decálogo nocturno para desalentar a insomnes

1. Hablarás de las vanalidades del día, que por otra parte son las que sostienen tu tipeo y tu ingenio, dado el caso.
2. Serás sincera.
3. No honrarás los juegos de seducción que se basan en la sospecha y/o en la búsqueda de la complacencia.
4. Serás sincera.
5. Apelarás al sentido en común de haber vivido miles de historias en el reino de los insomnes... y haber sobrevivido.
6. Serás sincera.
7. Enrostrarás ferozmente tu humanidad veteada de divinidad, que es más o menos lo que todos se empeñan en negar (algunos su humanidad, otros su veta divina).
8. Serás sincera.
9. Cortarás en seco a quien no sepa qué hacer con lo que ha pedido una vez que lo tiene, porque indica que esa persona no sabe ni lo que puede ni lo que quiere.
10. Serás sincera.

bonus track: Acompañarás al insomne que de a poco y a sabiendas de quien es, paso a paso -aún con renuencia- empieza el camino.

martes, 12 de octubre de 2010

Naranja para la alegría, Jazmín para ser yo.

Aromas que sobrevuelan la casa. El hornillo encendido, las tres velas dedicadas a las tejedoras del destino, maullidos agudos de gatitos que reclaman por su (mala!) madre.
La madre mira la noche a través de la ventana.
¿Qué ve?
Quizá todas las posibilidades del día.
Naranja para la alegría, como una chispa ácida y dulzona subiendome a la frente. El color de las transiciones -amaneceres y atardeceres, los umbrales del tiempo.
Jazmín para ser yo, flor blanca y presente en la noche, aunque no puedas verme. Adentrándome en tus territorios más amados, casi no creés que sea de verdad o no entendés cómo parece que de alguna manera ya nos conocemos.
Naranja para que la fe resista y la risa acompañe el camino.
Jazmín para que el misterio persista y todavía te preguntes si es acaso posible.
Naranja para cubrir las heridas de mi cuerpo.
Jazmín para que apartir de esas heridas, la vida florezca.

sábado, 9 de octubre de 2010

Sentada en un rincón de la noche.

El fantasma de tu pierna, las tiras de tu sandalia y tu carne translucentes. Seguir la estela de tu cuerpo cuando se desliza en el baile. Leer la luz, el comportamiento de ondas o partículas, o quién sabe...
Trabajar sobre el pixel. Pintarte el rostro, suavizarte la mirada, encenderte la sonrisa.
Acompañar tu canto detrás de escena. Registrar los preparativos de la vida, el impulso empecinado, el orgullo creciente.
Enarbolar la irreverencia. El comentario agudo. La indignación iluminada.
En medio de la noche proyectar los reflejos del mundo, revivir sus pasiones, su risa que sale de las entrañas y baña las costas del mar del día.
Resaltar el negro de mis ojos para que al mundo no se le pase por alto que por aquí alguien lee.
Y alguien escribe.

viernes, 1 de octubre de 2010

Guerrero en sombras.

Te conozco.
Naciste en esos años de la niñez en los que empecé a disfrazar mis batallas bajo el candor de los juegos infantiles. Y dejaste esta marca profunda -autoinflingida, cierto- en esos días largos y noches eternas en las que sentía que la vida real pasaba a mi costado y seguía de largo, dejándome atrás.

Hoy te reconozco. Parco, a veces solamente se oye tu respiración mientras escuchás y pensás muy para tus dentros, y ni un solo gesto de tu cara da una pista acerca del color de tus pensamientos. Cualquiera diría que son grises. Pero afirmar eso es lisa y llana ignorancia.

Tus batallas también son calladas. Tus objetivos, cercanos a la tierra, porque recuerdan el dolor de las utopías. Tu punto débil, del que te acorazás religiosamente, es justamente el recuerdo de las utopías. Pero básicamente, el recuerdo de la belleza que prometen, así como del amor, de los cuidados compartidos, y de la dulce alegría de los que tienen la esperanza a la mano.

Morirías por una causa. Pero morirías apretando los dientes tras procesión cansada, empecinado detrás de una misión próxima, tangible, que te dice que estás en casa. Te aterrorizan mis visiones lejanas de las que parloteo incesantemente, no querrías verme marchar en esa senda. No por la distancia, ni por arrastrarte conmigo. Sino por el dolor, el dolor, el dolor de saberlas bellas y perdidas.

Siguiendote el paso aprendí a mirar de cerca. A jugar con tierra entre las manos y no cargar en mis espaldas con el destino de la especie. Aprendí a deslubrarme por un cuerpo cansado y marcado por la vida, que es una fortaleza andante y se sobrepone a todo, solamente para que yo avance.

Esa nobleza de guerrero ariano, que dice 'Éste soy yo, ésta es mi espada, y éstas son mis manos', y no pelea hasta que es la hora. Mientras tanto, hace su tarea cotidiana de sostener la vida y de anudarme al mundo, pero con perfil bajo, diciendo nada, creyendo poco. Resistiendo mucho.

Es así, Guerrero en sombras. Mi dolor más profundo se terminó cuando me di cuenta de que no sos la gran ausencia que me desgarraba el alma noche a noche, ni el reflejo esquivo que he buscado de hombre en hombre.

Ese dolor espectral y esa búsqueda enfermiza terminaron buenamente cuando me reconocí a mí misma en tu mirada ceñuda y en tu fiel silencio.