jueves, 21 de enero de 2010

Yo no escribo

Yo me agarro de estos papeles.

Mi vida es esto (sin orden de importancia):
noches de escritora silente
un laburo desafiante, demandante, inseguro y mal pago
el afecto superficial pero sorprendente de la sociabilidá de barrio
el amor de mi hermana y su hija
el cuidado de tres gatas y muchas plantas
mi mirada capturada en fotos
el despertar de mis alumnos
mi propio despertar
el armado de ideas
mis amigos de hace 20 años -promedio
mi amiga fotógrafa que me enseñó que soy hermosa
los parientes más cercano, el apego y el cariño
el afecto de varios amigos de los que no conozco el rostro
el dolor que precinto y aún así vuelve, porque lo llama la vida
la traición de un amor profundo que casi me mata
la fuerza, la fe, la empecinada esperanza que me saca de todas las traiciones
incluso de las propias
mis infraninias que me hablan de mí en el tejido del mundo
la música, el canto, el futuro
la mirada aguda que desnuda conceptos y urde tramas de sentido
la encantadora de serpientes
una enfermedad de amor que me mutila un pecho
la nostalgia por mis muertitos amados

la ausencia de alguien que no existe

lunes, 18 de enero de 2010

La voluntad en medio de lo oscuro.

La noche avanza solamente para que llegue el día. Es que a qué otro lugar se puede decir que vaya la noche.
Y heme aquí, en esta eternidad que muta y que no por eso es menos eterna, ni es mas repetible cada instante.

Son las cuatro de la mañana en mi casita de bruja. Extraña la sensación de mirar y asentir, porque cada cosa está en el lugar que le es propio, y porque yo me he apropiado de mi lugar.

He constituido un hogar que atraviesa la noche y el día. Que penetra los diferentes espacios por donde transita el cuerpo y por donde anida la mirada.

Ya no hay una alucinación que encubra las relaciones reales de la vida. Ni que prometa a rajatabla un horizonte determinado. Oh, sí, aún persigo la belleza, vestida con lo bueno, lo cierto y lo justo. Y es la belleza de lo mínimo, otra vez volviendo a esa raíz de mí misma que me mantuvo viva y peleando.

No veremos el gran día. No haremos el fin de la historia. No nos salvaremos ni salvaremos a nadie más. No habrá Mesías que nos releve de nuestra gran tarea, condenados a padecer nuestra irresolución y cobardía.

No existe la piedra que nos ampare, ya sea el disfraz de la belleza socialmente convenida, o del saber académico, o de la información precisa de los medios, o de la cuenta bancaria, o del traje de armani, o de la esnifada feroz. O de la rebelión incesante que no quiere quedar atrapada en la prisión de sus propias elecciones; de sus propias elecciones y de sus consecuencias, incontrolables y criticables siempre con su cuota de sombra y oscuridad.

Lo bello, lo bueno, lo cierto y lo justo palpitan en los rincones menos publicitados del ser. En todos aquellos pequeños gestos que preservaron nuestra especie y mantuvieron su luz. Hoy, cuando parece que es la oscuridad la que reina, hoy mismo, cuando crispamos los puños y apretamos los dientes ante esa densidad opaca que nos quita la ilusión...hoy. Hoy es el momento. Porque el problema no es la oscuridad.

El problema es nuestra luz, que no toma la firme determinación de SER.

martes, 12 de enero de 2010

Habitante de los umbrales




Umbrales. Puertas. Fisuras en el tejido de lo normado. Horizontes en el tejido del mundo. Manantiales de la mirada, propulsores submarinos de la ilusión.

Es que la sombra más espesa gesta la palabra más luminosa: el útero de la vida, la vida como algo vivo, no como una piedra que se llama vida que, desganada pero obedientemente, cargamos entre las paletas de nuestras espaldas, bien acomodadita, oh piedra mentirosa que dice llamarse, o bien, que miente llamarse vida.

Voy hacia la noche a través de puertas que se abren a lo nuevo, a lo impensado que SI se puede pensar. Llevo los fuegos dormidos del día en mis ojos, que como carbones morosamente brindan su calor encendido, (no es cuestión...)

Sé del amanecer. Sé de esa espera, de las transmutaciones urgentes, del hambre por reconfigurar lo concreto.
Llevo entonces la noche en la mirada, a plena luz del día, portadora de un saber lo oscuro, habitante eterna de los umbrales.