martes, 7 de diciembre de 2010

la extranjera de las terrazas desesperadas

Me decís que ella no te quiere. Te explico por qué decir eso no tiene sentido.

La noche de Nikka suena como Njosnavelin.
(dale play y leelo lentamente en voz alta, Sigur Ros es nuestro soundtrack personal, hoy...)

Nikka vive en terrazas parecidas a la tuya (probablemente por eso te mira con respeto). A diferencia de Abbi, que se pasea vestida de sedas en balcones de estilo y es como un faro en la oscuridad citadina, Nikka es la sombra de la sombra de la sombra.
No la agita ni el amor ni el odio.
Solamente la verás salir disparada como la punta de un látigo cuando el peligro esté cerca y el mundo se encoja en torno a la zona precintada, empujando a las infraniñas cada vez más hacia la escena del crimen (un crimen que está en el pasado, enterrado en tumba superficial junto a un corazón que late, y junto a un gato negro que le maulla a la culpa, y junto a un cadáver hipnotizado que ruega que lo dejen irse con la simplecita muerte de una vez).

Cuando no apoya un taco agudo sobre alguna baranda metálica o cementicia, se escurre por las rendijas umbrías de la ciudad mugrienta. De zapatillas silenciosas, es el único cambio de estilo que se permite, medio mareada por los de(s)vaneos multiformes de Abbi.
A veces la acompaña Tito, como espectador callado, como partícipe sin voz ni voto, como perro fiel, como testigo maravillado de espanto ante la que persigue lo que no tiene sustancia y, a la vez misma, deja un reguero de sangre en el camino.
Esconde sus hallazgos en el galpón de chapa del fondo, lejos de los ojitos de animé abbisales. Hablando con rigor escalperiano, su único hallazgo está guardado en la amargura de su corazón seco. "No se puede atrapar, todo se escapa..." dice por lo bajo cuando guarda sus reliquias en los frascos. "Pedacitos de santos para no olvidar y yo, que ni me acuerdo..."
Tito la oye y se persigna sin darse cuenta. Cuando toma conciencia de sus movimientos, cree haber espantado una mosca.
"Remedar los hábitos del día..."

Me preguntás por qué extranjera, si Nicolasa Castillo ha sido de barrio y vivió en Constitución.

Es que sus ojos nunca se habituaron a los nombres propios de los mapas y del derecho. Desde su miseria más miseria supo descubrir que detrás de cada forma habita la eternidad, sólo que los caminos son tortuosos, y le tomó un tiempo encontrar la caravana de gitanas, la troupe itinerante de la que es pretoriana.

Su noche es ahora calma, quizá porque haya encontrado la senda de regreso a su hogar, que no es otra cosa que la aceptación de que lo eterno nunca habrá de abandonarla. Pero que muta como una niña que jamás muere pero en sus juegos toma los disfraces más diversos para que la rueda siga girando y el dolor o el amor no se hagan insoportables.

Hoy, como una gata que recién ha parido, Nikka contempla a la niña con algo parecido a la dulzura.
Y si bien las terrazas siempre estarán pobladas de desesperación, Nikka conoce bien el valor de la silente espera. En esta noche eterna...
"que de todos modos
será la..."
última

*La bruja llega a la vieja mansión abandonada, golpea la puerta y al abrirse se enciende la noche. Ve las figuras recortadas de un ser longilíneo casi reptil, del hada dorada de pálida muerte, de un joven extraviado que halló el hogar entre las mujeres más perdidas, y de una niña que sabe muy bien qué tierra están pisando, y que le extiende la mano invitándola a reinventar el universo.

¡Staralfur!

2 comentarios:

  1. Es como sime hablaras. Me gusta mucho las canciones, además, y voy a buscar más. Gracias, Doctora.

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