miércoles, 10 de agosto de 2011

Ojos

La infancia
con su cruel resplandor
me dejó la riqueza
de la diversidad del mirar.
Mirar de coté lo que brilla
y promete
y niega
y se va.
Mirar desde abajo de la mesa
con las reales perspectivas
de quien se guarece y tiene miedo.
Mirar desde los rincones
muy oscuros
o muy altos
o muy bajos
o muy cercanos
o imposiblemente lejanos
donde la risa compartida enseña
el ancestral arte de la supervivencia.
Mirar a través de
papelesletrasimagenessonidosactitudesposesgestos
mármolesgranitosbronces
y encontrar la puertita del ático del fin del mundo
donde se esconde
el suavecito plumón de la esperanza.
Mirar con furia y llama
-casi una lanza doble nacida en ojos que se aguzan-
la mano que aplasta el brote
y la bota que endurece los suelos
aireados para la siembra.


La infancia
con su horizonte infinito
poblado de cuerpos amados
y palabras livianas
me dejó la risa
sencilla pero indomable
de los que viven el día.

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