lunes, 5 de septiembre de 2011

El insondable telar de la vida.


Cierro los ojos y veo tu horizonte de lagos y montañas nevadas
que en una pesadilla se transforma en fuego y desiertos africanos
caída libre hacia un destino de crudo roedor llenando la boca.
Abro los ojos y veo tu mansa llanura camino a la escuela
la sombra amable de los árboles junto al río lento
el paseo a caballo
la dignidad de los rostros aindiados arropados en guardapolvos blancos.
Miro hacia un costado y veo tus femeninos rituales urbanos
la costura para afuera después de la cena
evocando junto a la radio las glorias de la familia gallarda
antes de encarnar toda su gallarda irreverencia.
Levanto la mirada
interrogando al origen
plural digamos bien mezclado
de quienes me ofrendaron
al presente.

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