La noche promesa cruza los umbrales en octubre
cuando las flores blancas del universo se conjuran
para erradicar el invierno de los corazones.
El invierno-invierno no puede más que regresar
pero al menos se presta al juego tontón de los ciclos
a ver si en una de esas aprendemos
que incluso -y sobre todo- uno mismo
está condenado a renacer.
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