lunes, 13 de junio de 2011

Tiempo de Anunciación (homenaje a los escribas en su día -o en su noche)





Gané por motu propio el don de la metáfora tras esgrimir el libro sagrado en reclamo de explicaciones a la edad de diez años, y antes que admitir la crueldad feroz en el dios del amor inocentón que se me predicaba, decidieron apurar mis pasos en la tierra de lo que alude a y es como.
- No, no es así. El apocalipsis es otra cosa.
- Ah - dije yo - Entonces bueno. Si no, no.

Devoré con fruición y deleite la gota de luna que entendía era la carne del hombre que entendía que era la sal de la tierra.

Tiempo después, tras reiterados diálogos que se volvieron eco y soliloquio, decidime por la locura solitaria de otros dioses. Por sus paraísos en forma de urbe apolínea. Por sus claros procederes y elementales razones de acción que en sí mismas eran una promesa.

Para ese entonces, caí en la cuenta de que toda promesa es, también, una amenaza.

Me allané en el silencio.
Me hice nada.
Me perdí en los tránsitos anodinos del ser otro.
Y aún así, desprometida e inconclusa, no me salí del segmento umbrío de la existencia. Ese lotecito barato donde todavía no pasa naranja.

Destejí las plegarias para verle la bombacha a las santas y la levita colgada que espera su momento a los héroes revolucionarios.
Fue ahí que recordé, ardidamente recordé.
"-No, no es así. El apocalipsis es otra cosa."
- Ah- volví a decir yo. Y también dije:
- Yo.

Es ahora que no puedo dejar de ver extrañas constelaciones en los cielos. En las aguas. En las tierras, las playas, las montañas, en la pampa movediza de hierba verde y hierba seca. En tus gestos. En tus amados gestos que ayudé a nacer y a habitar este mundo que le gana a la palabra. En tu mirada hacia el futuro, en tu amoroso recuento del pasado, en la flama que te inflama cuando evoco héroes que solamente viven en el aire y en nuestros fuegos.

Irreverencia de la irreverencia: reverenciar los pasos perdidos de la memoria. Armar la casita mítica del ser. Porque en el horizonte no hay palabras, no hay imágenes, no hay nada.

Pero la vida
se anuncia así
en silencio
y se dice así
en metáfora.

2 comentarios: